La mente salvaje. Nueva antología. (Poemas y ensayos)

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20,00€

Gary Snyder

Edición y selección: Nacho Fernández Rocafort. Traducciones del editor y de Miguel Ángel Bernat

Referencia: VAN-021
ISBN: 978-84-88020-53-6
Edición:
2016, Madrid
336 páginas
Distribuido por: Machado Grupo de Distribución y Les Punxes
19,00cm × 15,00cm
20,00€

 

Árdora Ediciones reedita La mente salvaje, poemas y ensayos, la primera antología de poesía y prosa de Gary Snyder publicada en España y agotada desde el año 2008. En esta Nueva antología se suman al contenido de la primera edición 43 poemas y cuatro ensayos inéditos procedentes de todas las colecciones de Snyder, incorporando principalmente textos de sus tres últimos libros publicados hasta la fecha. La nueva edición adopta un formato mayor e incorpora toda la poesía en su versión original en inglés. La obra de Gary Snyder (San Francisco, 1930) plantea una esclarecedora revisión de nuestra pertenencia al mundo natural. En su poesía convergen la atención detallada a la condición salvaje, el conocimiento y la permeabilidad a la tradición literaria oriental, el legado ético del budismo —residió en Japón durante una década— y una escucha atenta a las relaciones de las culturas primigenias con su entorno. Inicialmente vinculado a la generación beat y pensador crucial sobre cuestiones ecológicas, Gary Snyder es hoy uno de los poetas vivos más respetados en lengua inglesa, además de autor de una obra ensayística que asume una posición ética y política tan creativa como rigurosa. La publicación de La mente salvaje, poemas y ensayos, que ahora se reedita revisada y aumentada, ofrece un completo recorrido por toda la obra de Snyder: desde sus primeros poemas celebratorios sobre el trabajo manual en bosques y montañas hasta su reivindicación de nuestra pertenencia a la comunidad natural, incorporando visiones de su experiencia vital, el antiguo saber de las comunidades nativas y la enseñanza ética del budismo.

 

 

“Una mente clara y atenta  —escribe el poeta estadounidense Gary Snyder (Los Ángeles, 1930) en su libro La mente salvaje (Nueva antología). Poemas y ensayos (Ardora)— no tiene opinión, pero aquello / que ve es de verdad visto”. Estos versos de diamantina enjundia aforística comprimen muy bien el pensamiento de este reconocido vate, que se ha recorrido nuestro planeta buscando esas sendas perdidas aún no suficientemente holladas por los devastadores pasos de lo que llamamos civilización tecnoindustrial y que se ha hecho acreedor del título de «salvaje». Observar la naturaleza exterior no es solo una amena acción ecolátrica, sino la mejor manera de contemplarse a uno mismo. Al final, toda excursión es un mero reconocimiento de quiénes somos a través de lo que se nos muestra fuera, como la senda más directa al meollo de nuestra intimidad". [Calvo Serraller, El País, 29-IV-2016]

 

 

"Gary Snyder se acuerda de Jack Kerouac, que lee en el poema La migración de las aves el Sutra del diamante, de Allen Ginsberg, que le acompaña en la ascensión a un pico en uno de los ensayos aquí reunidos; o de Lew Welch, al que dedica un poema en el que cae la nieve, y al que homenajea sin citar en otro en el que Snyder ruge a un mapache que ha entrado en su cabaña destrozando su cocina como aquel hiciera en otro con las ratas que le impedían conciliar el sueño (sin que a ninguno de los dos, por cierto, les hayan servido de freno sus votos budistas de compasión por todas las criaturas). Ecología de la amistad de alguien que, dentro de la generación beat, va destacándose, a medida que pasan los años, como uno de sus integrantes más íntegros, hondos y genuinos. Snyder, trascendentalista y budista a partes iguales, aprende de Thoreau y Dogen, los dos maestros más visitados en estas páginas, lo que denomina «lecciones de lo salvaje» (el gusto por la libertad, el agradecimiento por lo doloroso y lo transitorio, el vivir ligero, el buen humor, la audacia, la austeridad, la resistencia, la escucha del cuerpo o la confianza instintiva en los seres de la naturaleza) y, sobre todo, a practicar una modalidad de la existencia donde es difícil distinguir lo individual de lo social, lo espiritual de lo material, y lo pensado de lo llevado a cabo. Snyder, que afirma que los libros son «nuestros ancianos» (y por eso hay que leerlos con la misma actitud con la que uno escucha las historias de sus abuelos), señala también la importancia de saber interpretar ese gran mandala que forman los paisajes (ríos, bosques, montañas), un diagrama geográfico pleno de sentido cuyo conocimiento ayuda a uno a orientarse en los laberintos de sus necesidades, ideas o sueños. Es lo que él hace: agota bibliotecas (conversa con los ancianos) y agota senderos (recorre a pie los espacios abiertos por ese mandala); y escucha, además de a las letras, lo que tienen que decirle los muchos pueblos con los que se cruza (los concow, nisenan, inupiaq, atabascanos, haida, hopi, crow, washo, chehalis, yupik, lakota, pintubi, beduinos, yanas y un largo etcétera) sobre plantas, animales, vocablos, costumbres o mitos. El resultado de esta doble dedicación es una forma de sentir y de estar en el mundo que él traduce magistralmente en poemas y ensayos. En los poemas procura no tener opiniones para no enturbiar su visión de lo real, le da las gracias a su gran familia (Tierra, Plantas, Aire, Seres Salvajes, Agua, Sol, el Gran Cielo) o a su ordenador portátil (que es halcón posado, caballo nervioso o granizo en la roca), toma nota de las profundas enseñanzas de un mango de hacha o de un cubo abollado, y saluda a sus colegas (poetas de tierra, aire, agua, fuego, espacio o mente) mientras corta leña o descansa comiendo un bocadillo. En los ensayos, frutos del activista y del filósofo a partes iguales, reflexiona acerca de la ecología (espiritual, ecuménica), de la solidaridad comunitaria, de la conciencia biorregional, de la purificación mental planetaria, de la gestión de las tierras comunales, de la teología agrícola, de la gestión cinegética espiritual, de las cuatro dignidades chinas (levantarse, acostarse, sentarse y caminar), del lado oscuro de la naturaleza (y de la imaginación asimismo oscura que promueve) o de una mujer que se casó con un oso". [Jesús Aguado, El País, 16- VI- 2016]

 

 

"Gary Snyder es el más académico o —si se prefiere— el más racional de los poetas de la «beat generation», a cuyo contexto, casi más que a su grupo, pertenece y con cuyos integrantes tienen no pocos puntos en común. Esta edición añade 43 poemas a los 34 suyos que ya conocíamos, de los que dieciséis corresponden a sus más recientes poemarios, así como cuatro ensayos, dignos del máximo interés. La poesía de Gary Snyder parte del paisajismo de raigambre oriental. Este lirismo inicial se abre muy pronto hacia un ecologismo comprometido, que denuncia la constante vejación de la Naturaleza, pero no anula su capacidad para poetizar los momentos más íntimos. Su poética podría condensarse en estos cuatro versos: «El poema / se ve desde todos los lados, / en todas partes, / a la vez». Y hay algo en ella que remite tanto a Ezra Pound como a William Carlos Williams y a Kenneth Rexroth. Y no me refiero sólo a su orientalismo —estudió antropología, literatura y la cultura de Asia Oriental, y se doctoró con una tesis sobre un mito «haida»—, sino a la fusión de todo ello con la cultura occidental contemporánea. Junto a estas claves, hay otras, como la del elegíaco, que Gary Snyder también es y que se manifiesta, de modo magistral, en «Para Lew Welch durante una nevada» ... En sus ensayos, Snyder defiende «una tecnología equilibrada, a pequeña escala» y libre «del cáncer de la explotación, la industria pesada y el crecimiento permanente». No falta el recuerdo de Ginsberg ni las alusiones a lo que el flamenco y los «sutras» tienen en común. Quien no conozca este autor encontrará aquí una completa cartografía de su territorio. Y quien lo conozca redescubrirá en él la función civilizadora que la verdadera poesía siempre tuvo". [Jaime Siles, ABC Cultural, 19-VII-2016]

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